Tan afilado estaba el destino que cuando calló sobre nosotros quedó a un lado el mundo y al otro el resto de mi vida (menos mal que estabas de mi parte)
La punta de mi lengua recorre (sin dejar de mirarte) doce molares con sus ocho premolares, cuatro caninos afilados y ocho incisivos (uno falso) Todo ahí Esperando sin poder hincarte el diente
Hace tanto frío Se desmigaja febrero y el invierno cae cae cae en forma de copos que caen libres y caen caen caen cubriéndolo todo paralizándolo con su frío Nos quedamos encerrando y gastamos la estación sin salir de la cama - y no por falta de calefacción precisamente-
La poesía es como
esa letra pequeña
en los contratos
de los bancos.
Tienes que leerla
una vez
dos veces
tres veces
cuatro veces
cinco veces
seis veces
siete veces
ocho veces
nueve veces
y diez veces
para descifrarla,
y comprendes
sólo al final,
que vale para algo,
aunque no entiendas
nada